Un ascenso laboral es, sin duda, una buena noticia para cualquier profesional. Además de implicar una consolidación en la empresa, que reconoce la labor realizada, involucra por supuesto, una mejora salarial.
Sin embargo, también significa abrir la puerta a nuevos desafíos y responsabilidades, que pueden causar nerviosismo e incertidumbre.
Es probable que muchos ejecutivos que han sido ascendidos, y que por primera vez logran puestos de liderazgo al interior de sus empresas, se pregunten cuál será la mejor forma de alcanzar las metas, o la manera más adecuada de dirigir equipos de trabajo. Es probable, además, que tengan que adaptarse a nuevos horarios, cambios de oficina o de departamento, e incluso a mudarse de ciudad.
Y aunque estos cambios puedan resultar radicales y generen, muchas veces, ansiedad y preocupación, hay que recordar que también traen consigo grandes oportunidades que deben, ante todo, enfrentarse con entusiasmo, pero también con organización y tranquilidad.
Ascender implica satisfacción, motivación e incluso mejores ingresos, pero también asumir nuevas responsabilidades, desarrollar competencias relacionadas con el manejo de personal y, en ocasiones, ser jefe de quienes han sido compañeros de trabajo.
En pocas palabras es un volver a empezar en la vida laboral, aunque el cambio se produzca dentro de la misma empresa.