lunes, 10 de febrero de 2014

La historia del clip

Un simple pedazo de alambre doblado de una manera específica se ha convertido en una herramienta indispensable en toda oficina. Es por ello que en MegaOffice quisimos contarte la interesante historia que existe detrás de este sencillo pero imprescindible artilugio: el clip.


Algunos historiadores creen que los bizantinos fueron los primeros en utilizar el clip, que estaba hecho de bronce. Sin embargo eran caros de producir y sólo se usaban para unir documentos imperiales.

Hasta pasada la mitad del siglo XIX, los documentos y papeles solían ser unidos con alfileres rectos, que era una solución económica, funcional y fácil de remover, a diferencia de los corchetes. El problema es que ambos dejaban hoyos en las hojas y no pocos se los clavaban en el intento, por lo que pronto tenían que cambiar y sucedió prácticamente en paralelo y en distintas partes del mundo. No todas fueron patentadas, por lo que hasta el día de hoy no existe completo consenso respecto de quién y cuándo fue su real inventor.

Son varios los nombres que se disputan la invención del clip, pero antes de citarlos merece la pena destacar la importancia de una creación aparentemente sencilla -un trozo de alambre plegado-, pero cuya utilidad para agrupar folios, cartulinas y documentos de todo tipo ha sido incuestionable.

La historia del clip parece comenzar con la concesión de una primera patente para sujetar etiquetas en textiles al estadounidense Samuel B. Fay, en 1867. Una década después, en 1877, el también norteamericano Erlman J. Wright logró una nueva licencia para un artilugio empleado para juntar papeles, más similar al actual.

Otras fuentes afirman que el inventor del clip fue el noruego Johan Vaaler, quién lo tuvo que patentar en Alemania, en 1899, al no existir legislación al respecto en su país natal. Vaaler no llegó a comercializar su modelo, algo que sí hizo la compañía inglesa Gem Manufacturing, pionera en la industria del clip.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el clip llegó a ser utilizado por los noruegos como símbolo de unidad nacional frente a la ocupación alemana: los nazis prohibieron el uso de botones con las iniciales del rey nórdico, a lo que la población respondió colocando clips en su lugar en señal de protesta.

¿Habrá acaso algún otro artículo que hoy en día siga estando tan presente en la gran mayoría de las actuales oficinas y lugares de trabajo? 

Un utensilio multiuso
Más allá de la discusión de quién fue el creador de tal o cual modalidad del clip, el hecho concreto es que se trata de un artículo que pese a encontrarnos inmersos en una época absolutamente “tecnologizada”, sigue tan vigente como hace un siglo y siendo útil en su forma original o para mil otras tareas al estirarse alguna de sus extremidades, tales como para resetear algún artefacto o para abrir una bandeja de CDs, o para sacar la tarjerta SIM de un iPhone.

Tan cotidiano es, que además pasó a ser el ícono que simboliza los archivos adjuntos en los correos electrónicos o el poco querido personaje de ayuda que aparecía cada vez que intentabas hacer algo nuevo en algún programa de Office de Microsoft.

Además del uso para el que fue diseñado, el clip es ampliamente utilizado en diversas áreas de manualidades y bricolaje.

Un estudio de 1990 demostró que de cada 100.000 clips que se vendían, sólo 5 se usan para papel, 15.000 se pierden, 14.000 se destruyen mientras se habla por teléfono, 8.000 limpian tuberías y uñas, 5.000 se usan como palillos para los dientes… lo cual irremediablemente nos indica: es un objeto de culto.

No olvides que en nuestra web podrás conseguir una gran variedad de clips en formas y tamaños, ingresa en la categoría de CLIPS.

Y cuéntanos, ¿has utilizado alguna vez un clip como herramienta para alguna otra tarea distinta a la de uso original?

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