lunes, 15 de febrero de 2016

Cómo educar hijos responsables


A todos nos importa la educación de nuestros hijos. Como padres, madres, abuelas o educadores en general, deseamos que nuestros niños sean felices y que además, aprendan a ser responsables a medida que crecen. La responsabilidad genera autonomía, una estabilidad emocional, y la consecuente madurez de una persona. En nuestro MegaPost te explicamos cómo fomentarlas.

Educar a nuestros hijos en responsabilidad para que sean felices

Ninguno de nosotros disponemos del manual perfecto para educar niños ni para hacer que sus vidas sean perfectas y que dispongan de esa dimensión esencial a la que todos aspiramos y que deseamos para ellos: la felicidad.

Sabemos que educar con amor es la piedra sobre la que asentar cada acción, cada palabra, pero en ocasiones no basta. No es correcto por ejemplo darles a los más pequeños todo aquello que nos demandan o que desean, ¡hay que poner límites! Tampoco sabemos muy bien cómo actuar para conseguir que sean más autónomos con sus cosas a medida que crecen, para que se responsabilicen de muchas cosas diarias que, poco a poco, les ayudará a ser más maduros.

Sabemos que educar no es fácil y que no todos los niños son iguales. Unos tendrán un carácter más fuerte, otros serán más introvertidos, pero como padres, debemos estar atentos a estas dimensiones para saber atender sus necesidades y aspirar a que el día de mañana, sean lo más felices posible, tengan la vida que tengan. Te explicamos cómo conseguirlo:

1. La educación empieza desde el primer día

Un niño no debe tener 5 años para que empecemos a enseñarles qué son las reglas o dónde están los límites. Debes tener en cuenta que los niños entienden muchas más cosas de las que crees, incluso mucho antes de que hayan adquirido la capacidad del habla.
Es por ello que te recomendamos lo siguiente:

Sigue unas pautas fijas desde que nacen. A los niños les gusta la seguridad y las rutinas. Acuéstalos siempre a la misma hora, respeta sus horarios de comida. Y recuerda ante todo, hablarles, hablarles siempre desde que nacen. Atiéndelos, acarícialos, respeta sus rutinas, procura que se acostumbren al tono de tu voz… todo ello les aporta seguridad en los primeros meses de vida.